A veces la vida te coloca en situaciones ridículas,
inverosímiles; de la cuales no sabes si debes reírte tomarla como vienen, de lo
que si estoy segura es que no puedes escapar de ellas, tienes que terminarlas,
sin embargo, no sabes nunca cuando terminan, es decir, ¿cuando dices hasta aquí
en realidad lo haces? ¿Eres capaz de concluir algo que sabes que no puede ser
tan solo con decirlo? Por experiencia propia creo que no , me he visto mil veces
envuelta en situaciones peligrosas para mi actual estatus o circunstancias,
pero a la vez ridículas, es como si dentro de mí se diera la batalla del bien y
del mal y sin embargo la hilaridad por lo cómico de la situación es lo que me
conlleva a pensar en que debí haber tomado cualquier otro camino, un amor no
sanado , un amante herido y despechado, un abismo entre el placer y el querer,
y un tercero perjudicado , eso es cómico y trágico a la vez, y créanlo o no ,
no es algo para reír de felicidad o de sorna , sino más bien de nervios o de
angustia.
La vejez se asemeja al embarazo o a la
adolescencia, pues nadie te prepara para ella, simplemente llega sin darte
cuenta, para algunos llega con más alegría y compasión que para otros y sin
embargo, siempre llega, nunca falla, salvo claro que la muerte le gane antes.
Pero supongamos que con la venia de Dios hemos
logrado pasar la pubertad y la juventud, y cuando creemos que estamos del otro
lado , pues nada que de repente te duele esto y lo otro y ya sin darte cuenta
oyes un SEÑORA, que antes no te sonaba tan cercano, un escalofrió entra por tu
piel y de repente las mañanas maravillosas que antes veías para ir de excursión
a plena lluvia y viento hoy solo se
antojan para tomar algo caliente y encerrarte en casa a leer o escribir sobre
lo que te pasa como lo hago yo hoy en día.
Y eso no es lo peor, lo peor está por venir, pero bueno,
así es la vida... y que le haremos... solo ponerle flores y llevarla a cuestas
a como se puede.
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